Hace un par de meses he acudido a una conferencia sobre como tratar el trauma desde la psicoterapia. Y la verdad es que me encantó el taller, seminario o como se quiera denominarlo. Una de las cosas que me llamó la atención de la conferenciante y compañera de profesión Natalia Seijo, que aparte de excelente terapeuta es también una gran comunicadora, es el asunto del cuerpo y su relación con el trauma. En un momento dado nos hablaba sobre las posturas corpóreas y su relación con lo traumático. Por ejemplo, muchos de nosotros nos hemos topado alguna vez, a lo largo de nuestras vidas, con personas que son muy diferentes de unos momentos a otros. A lo mejor resulta que de cara a los demás parecen personas muy sanas, el problema es cuando te acercas a algo que es doloroso para ellas, ya sea a través de una pregunta, o simplemente, sin razón aparente. Cuando estás cerca aparece la personalidad traumatizada, dañada en la infancia, con todas sus heridas, con todas sus historias vividas y ahí ves algo completamente diferente, de repente, esa persona que estaba hablando contigo, parece no estar, o estar ausente, o le cambia la voz, la postura corporal abierta. Ya sabeis, pecho echado hacia fuera, mirada al frente, hombros hacia atrás, pelvis hacia fuera, voz vigorosa etc etc se convierte en una postura cerrada, pecho hacia dentro, hombros hacia dentro, espalda encorvada, rodillas, ligeramente flexibilizadas, tono de voz apagado…y ahí estás delante del niño que sufrió el trauma, cuando hacía cinco minutos, estabas delante de la persona aparentemente normal. Digamos que en nosotros habítan varias personas y cada una muestra una postura corporal. Y el magnifico trabajo de la terapia aquí, es trabajar el cuerpo, hacer consciente a la parte herida, de su postura corporal y enseñarle a adoptar otra postura corporal más adaptativa que le permita relacionarse con el mundo de otro modo, que le permita ser consciente de que si uno sólo es consciente de lo que ocurrió con la cabeza, con la razón, nunca avanzará, si no lo acompaña del cuerpo y el mundo de los sentimientos. Es por eso que veo en la psicoterapia cognitiva, un agujero, que hay que rellenar de algún modo con elementos que van más allá del método.
Pero no sólo eso, esta conferencia me hizo reflexionar con otro tema, que me recuerda a mis tiempos de formación teatral como actor en la Escuela de Teatro de Narón, «el teatro físico», es decir la comedia del arte. Y es que un actor, cuando tiene que interpretar a un personaje «Capitano», que es un personaje, chulesco, echado «parlante», que se quiere comer el mundo, adopta una postura corporal diferente a la postura corporal que adoptaría a la hora de representar a un «Zanni»encorvado, jorobado, representando la desconfianza, la avaricia etc etc. Y es que todos los que hemos actuado sabemos que partiendo del cuerpo se puede construir un mundo emocional en el personaje. Partiendo de un buho, por ejemplo, podemos construir un personaje desconfiado y llenarnos de los sentimientos y emociones de una persona desconfiada. Este trabajo del actor es realmente lo más increible de esta profesión. El cómo uno puede tomar contacto con sus emociones a través del cuerpo y desde ahí construir algo que uno no es. Para que sea más sencillo de comprender, podeis comprobar en vuestra propia casa, lo que digo. Si estais tristes, probad a moveros por toda la casa adoptando posturas abiertas, que impliquen alegría, como por ejemplo, hombros hacia fuera, brazos estirados, etc etc…y decidme si os sentís igual que os sentíais en el momento en el que estabais tristes. No os voy a decir que este sencillo ejercicio sirva para gran cosa, pero si que sirve para tomar conciencia de que el cuerpo tiene mucha relación con los sentimientos, que los sentimientos lo tienen con el pensamiento y que todo a la vez se relaciona con nuestra identidad. Dado que somos seres relacionales y que en general relacionándonos nos vamos a sentir más alegres que estando solos, sería lógico suponer que el efecto será mayor si adoptamos posturas abiertas que al revés y que probablemente el deporte de equipo o la danza y el teatro puedan ser excelentes herramientas a la hora de mejorar el estado psíquico de una persona. Cualquier actividad que implique mover el cuerpo va a ser interesante desde un punto de vista psicoterapeutico. Es más, ¿Sabeis que los niños que van al colegio andando aprenden más y mejor que los que van en coche.?. Tenemos un cerebro básicamente motor, no básicamente cognitivo. En el cerebro, no es casualidad que las zonas del lóbulo frontal que controlan el movimiento, estén situadas muy cerca de las zonas del lóbulo frontal que controlan la cognición. Antes de ser «seres cognitivos», éramos «seres motores», antes de estar tecleando un ordenador, estábamos colgados de los árboles.